Hoy amanecí de humor para terminar algunos proyectos pequeños de tareas simples que no costaran mucho trabajo hacerlas. Y encontré esto (haciendo click en las imágenes se ve en todo detalle):
Claro está que pues siempre que puedo realizo estas estadísticas y que me permiten tener un control de cuanto y qué es el contenido que más leen los cibervisitantes. No gano dinero con esto, pero me ayuda a ver como aproximarme mejor con quien me ve aún de manera ocasional. Por supuesto que también me motiva a escribir más.
Nunca estudié periodismo, ni pienso hacerlo ahora, al menos no de momento, pero sí puedo imaginarme haciendo escritos de interés humano de vez en cuando. Siempre tuve la intención de convertirme en un escritor de élite, aun cuando no entiendo del todo lo que implique. Disciplina sobre todo. ¿En que consiste ser disciplinado en todo caso? Nunca la tuve y eso lo entiendo y admito. Es más, siempre tuve problemas entendiendo cosas que a los humanos promedio les es instintivo, así como también comprendo lo que ellos no. La cuestión es que dejo el 70% o más de mis proyectos en pausa o en completo olvido. El otro 30% es más por compromiso académico o tareas rutinarias (como en el periodo en que tenía empleo) que llego a cumplir metas. Pero las personales, que comprenden la mayor parte, por alguna razón u otra quedan volando en un Limbo.
¿A qué saco todo esto? En ningún modo se trata de algo terapéutico o similar, tiene que ver que después de treinta años vagando por mi terruño, viajando cada vez menos y apoyandome en la red para complementar mi otra mitad intelectual no he encontrado algo que me indique la verdad de este mundo como la estadística. Increíblemente, esta rama de la matemática tiene más de interpretativo que de científico. La interpretación, al ser subjetiva y estar sujeta a la voluntad humana, está ligada a intereses diversos -principalmente ventajosos o mezquinos-, y más cerca del arte que la la ciencia pura. ¿No creen? Tan solo miren las encuestas de los periódicos y noticieros, te dan la parte bonita de los números pero el análisis está filtrado por especialistas más o menos objetivos y vueltos a filtrar por la editorial en turno. Y con los mismos datos puedes relatar cuentos diversos como la imaginación y actores estén involucrados.
Pero los números están ahí. Oh, ¡sí! Así como también los margenes de error, la selección de la muestra, decidir si es típica o no, representativa, el trabajo de muestreo, si el fenómeno es susceptible o no de ser medido bajo estándares, si estos estándares son cuantitativos, cualitativos, si hay ajuste o se dejan los datos en bruto para tal o cuál situación, incluso la factibilidad de ser medible. De entrada solo nos podemos sujetar a fenómenos que se puedan repetir con, en el peor de los casos, esporacidad, si bien nos va, con cierta ciclicidad (¿existe esta palabra?) o en los casos perfectos, bajo el control de laboratorios y modelos matemáticos muy precisos. Y para remate, lo que los científicos tratan de eludir como la peste bubonica: la suerte. Bueno, demosle cierta ventaja, eventos azarosos del cuál tienen poco o nulo control. El azar está muy presente en el trabajo de campo, aún cuando se restrinjan cuidadosamente las variables, si algo no quiere salir bien no sale, ni ha golpes. Esto en el ámbito estricta y rigurosamente científico. Si nos vamos por el lado humano, el del protagonista, solo tendremos más embrollo.
¿Siendo así el estado de la situación, qué me impulsa a decir que la estadística me hace ver la verdad del mundo? Fácil. Los humanos pretendemos ver el mundo con el sentido común, otra capa ilusoria sobre la que sustentamos nuestra cotidianeidad. Pero como los medicamentos, lo que te sirve a ti puede ser que al otro no y viceversa, y no porque les funcionó a ambos creen que es la panacea. Y si bajo esos preceptos seguimos dominando nuestra cultura lo único que tenemos al final son sombras amorfas a las que le llamamos sentido común. lo increíble es que, la inteligencia artificial quiere crear ese sentido común. Ya el mero hecho de hablar de sentido requiere recepción de información permanente por algún organo, o dispositivo sensorial, ahora hablar de comunizarlo es de locos. ¿Comunizarlo en qué sentido? No sé como escribirlo, ya que "suponer" supone que los demás suponen lo que supongo, supongo, que debo referirme a la parte mecánica ¿cómo es supuesto que funcione? Y es ahí donde la puerca torció el rabo. Ya desde el momento que supongo le doy poder al sentido común de dominar esta idea. La paradoja se antoja divertida. Por sentido común no hago referencia a los supuestos, en este momento, que se suponen deben regir el funcionamiento de los sentidos sino a que aquellos que vayan a compartir la característica de poseerlo, sino poseer la misma información sensorial que los demás al mismo tiempo y de manera independiente a la propia. En fin, propiocepción contra sentido común o altercepción comunitaria. ¡Wow! acabo de acuñar un nuevo término que va derechito a inmortalizarse algún día. Tal es la cuestión que parece que la comunicación con los semejantes solo parece dar problemas irreconciliables.
La verdad es que, habiendo llegado al punto de sobrevivir, cualquier cosa que impida la cooperación tiende a desparecer por el capricho de la naturaleza, del momento o alguna providencial coincidencia que rompe con todas aquellas concepciones meramente personales y se convierten en algo como lo que comparten las abejas, inteligencia grupal. Y es bajo este nuevo paradigma donde se establecen las bases para el mecanismo de la perpetuidad de nuestra especie (y quiero creer que otras). Sino, ¿cómo explicar que habiendo tantas religiones y etnias en un pais como China o en India, no haya confictos que resulten en masacres diarias? ¿Identidad nacional, socialismo o qué? Quizá la respuesta más simple y la más fácil que sea aceptada es que el humano promedio solo quiere vivir su vida en paz. Los conflictos solo suceden cuando hay interéses mezquinos de unos cuantos que, viendo que su fuerza individual es nula, reunen a cuantos puedan engañar bajo el estandarte del sentido común y lo convierten en verdad incuestionable, cuando en realidad lo único incuestionable y común es el deseo de vivir y vivir bien.
Y esta es pues, cibernavegantes, mi palabra. Si bien la elocuencia no es mi don, creo que por lo menos puedo intentar con mis palabras destrozar pilares "inamovibles" de la "alterocepción", que escudada bajo la comodidad que proporciona, atrapa a las mentes humanas desde muy jovenes hasta la tumba en la mayoría de los casos. Que a gusto sería que los percentiles manejaran nuestra existencia sin sentir el paso del tiempo ni de las acciones que realizamos, aunque tuvieramos menos vida que una roca. Hasta la otra, mis ciberianos amigos.
P. D. Llevo bajado medio kilo al día de hoy.